Upside Down, también conocido como el otro lado, es una dimensión alternativa que coexiste de forma paralela con nuestra realidad, según la historia que cuenta Stranger Things. Este auténtico universo paralelo cuenta con las mismas ubicaciones e infraestructuras que el mundo humano, con la salvedad de que es una realidad mucho más oscura y fría, dominada por la niebla, en la que aparecen criaturas con una apariencia alienígena.
En el año 1983, tal y como imaginaron los hermanos Duffer, se abrió una puerta a la otra dimensión debido a los experimentos llevados a cabo en el Laboratorio Nacional Hawkins. Así empezaba la exitosa serie de Netflix, que acaba de estrenar la segunda temporada de Stranger Things, después de una trepidante primera temporada. A pesar de su popularidad, lo que no es tan conocido es que el guión contó con una inusual fuente de inspiración.
El físico que soñó con universos paralelos
Hugh Everett (Washington D.C., 1930 - McLean, EEUU, 1982) se mostró muy interesado en la ciencia y en las matemáticas desde que era pequeño. A la tierna edad de doce años, el adolescente decidió escribir al mismísimo Albert Einstein con el fin de preguntarle una de las dudas que le acechaban. "¿Existía algo aleatorio o unificador que mantenía unido el universo?", le comentó el joven Everett en la misiva. La respuesta del Premio Nobel, según la Sociedad Americana de Física, no pudo ser más intrigante. "No hay tal cosa como una fuerza irresistible y un cuerpo inamovible. Pero parece que hay un niño muy obstinado que se ha abierto paso victorioso a través de extrañas dificultades creadas por él mismo para este propósito", señaló el creador de la teoría de la relatividad.
Aunque no sabemos si la carta de Albert Einstein inspiró a Everett para dedicarse a la ciencia, lo cierto es que el joven terminó estudiando un Grado en Ingeniería Química en la Universidad Católica de Estados Unidos, para después especializarse en Matemáticas y Física en la Universidad de Princenton. Tras completar su carrera, el investigador formuló una nueva interpretación sobre las implicaciones de la mecánica cuántica. Su idea, que quedó plasmada en la hipótesis de los muchos mundos, surgió tras una conversación informal con algunos de sus compañeros. Posteriormente, Everett recogería el concepto de los universos paralelos en un artículo publicado en Review of Modern Physics.
La hipótesis de los universos paralelos de Everett supone una nueva vuelta de tuerca a la Física cuántica. Tal y como explican desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía, el mundo microscópico funciona como una especie de "baraja de cartas". Cada una "representa un estado posible pero no todas tienen igual probabilidad de salir", de modo que cuando un observador mide un parámetro, se queda con una única carta de la baraja, y el resto parece desvanecerse. Para tratar de explicar esta paradoja, el científico norteamericano postuló una revolucionaria idea, que también plasmó en su tesis doctoral, sugiriendo que cada una de las cartas podría representar una realidad distinta, que contara con su propio observador.
En función del mundo en el que se encontrara cada observador, se lograría un resultado específico de cada universo. La hipótesis de Everett, recibida con gran escepticismo entre la comunidad científica, ha servido durante décadas como fuente de inspiración inagotable de múltiples historias, incluida la de Stranger Things. Su éxito en la cultura popular fue acompañado de un sonoro fracaso en el mundo de investigación. Las ideas de Everett no fueron confirmadas experimentalmente, lo que le provocó una enorme decepción, hasta tal punto que el estadounidense terminó dejando la ciencia para dedicarse al mundo de la consultoría. Décadas después, lo que en un comienzo parecía delirante ha ido ganando adeptos. Tanto que, en la actualidad, según afirma Alberto Casas, investigador del CSIC en el Instituto de Física Teórica (CSIC-UAM), "se considera una perspectiva perfectamente seria de la física cuántica, aunque no está comprobada".
Los problemas para demostrar la hipótesis de los muchos mundos continúan, ya que resulta difícil diseñar experimentos que prueben la existencia de los universos paralelos. Treinta y cinco años después de su fallecimiento, Hugh Everett sigue siendo fuente de inspiración para decenas de personas. El investigador norteamericano, padre del compositor Mark Oliver Everett, más conocido como Mr. E, volvió a la vida durante la primera temporada de Stranger Things, cuando el profesor Clarke les contó a la pandilla de niños la historia del acróbata y la pulga. Una buena metáfora para divulgar una de las hipótesis más complejas e intrigantes del mundo de la ciencia, que también trató de explicar el divulgador Bill Nye en su programa emitido por Netflix. Los extremos, en ocasiones, parece que se tocan.